La setmana santa d’un bisbe a la República Centreafricana, zona de guerrilles:
El domingo de Ramos estuve en la Catedral de Bangassou y el martes tuvimos la misa crismal con una parte de mis curas. El miércoles ya te digo que me fui a una zona de alto riesgo, con muchos rebeldes armados rondando y la gente muy asustada. Fui a pasar la Semana Santa con ellos para pacificar el ambiente y que los rebeldes nos dejaran recomenzar la escuela, que no dispararan para no amedrentar a los niños y normalizar la vida de la misión y del pueblo. A la siguiente no pude pasar porque la pista estaba muy peligrosa y todos me decían de no tentar al diablo que nadie había pasado en varias semanas. Muchos musulmanes han muerto en estas semanas, asesinados por gente violenta. El Jueves Santo quise lavar los pies a un musulmán, un poco como para lavar esa sangre inocente derramada. Me he traído un niño de 10 años a quien le han matado a la familia. Lo tengo donde las monjas hasta que encontremos restos de su clan itinerante que andará huyendo por la selva.
El Viernes Santo me fui a una comunidad en plena selva. Había un grupo de viudas a las que les habían matado a los maridos delante de ellas unos días antes, amarradas las manos con una cuerda a la espalda, les volaron la cabeza simplemente por no tener dinero que dar a estos paramilitares sin escrúpulos. Ellas habían huido cinco kilómetros hasta llegar a donde yo estaba y no paraban de llorar. Pero es que desde la primera lectura de ese Viernes Santo empezó a llover y diluvió hasta el final de la oración de la Pasión. Yo no podía
abrir boca porque el ruido de la lluvia sobre las planchas de zinc me lo impedía. Dios amordazó nuestras bocas llorando a cántaros desde el cielo contra la barbarie que esos criminales habían cometido en ese pueblo de 50 habitantes.
El Sábado Santo estuve negociando con otros rebeldes menos armados, que dan caza a los primeros, para que dejaran a las Franciscanas y a los dos curas de recomenzar la escuela. Aceptaron. Mañana iré a otra zona de la diócesis donde otro grupo de rebeldes han ocupado la escuela y violan a las mujeres del pueblo a su antojo. Me quedaré allí hasta el domingo, no sé si podré enviarte este mail mañana antes de irme.
He pedido a la fuerza de la ONU, la Minusca, que me acompañe, pero me dicen que no han recibido órdenes de sus mandos. La ONU no encuentra países con soldados disponibles que quieran venir a Centroáfrica.
Vivo todo esto desde la serenidad sabiendo que Dios llora en las guerras y nos acompaña con su presencia invisible. La semana que viene tendremos una peregrinación de tres días que termina con una ordenación sacerdotal. Viviremos otra vez en zona de alto riesgo pero abrigados bajo el manto de la Virgen María.
… …
¿Me preguntas cómo puedo leer, rezar, recoger, acompañar, negociar, reclamar, recordar, mandar recuerdos, abrazos en medio de toda ese sufrimiento y violencia? Sí, ya sé, como la rana y sin perder la esperanza.
Juan José AGUIRRE,
bisbe de Bangassou, República Centreafricana
Article del full parroquial del Diumenge IV de Pasqua
7 de maig de 2017
Qui no ha tingut tribulacions que suportar, és que no ha començat a ser cristià de veritat
Sant Agustí (354-430)
Bisbe i filòsof